Curioso e irónico que un alguien dedicado a la arquitectura (soy graduado en Arquitectura por la Universidad de Sídney, Australia) pueda ir en contra de derribos y nuevas construcciones, caso este que es especialmente significativo en Alcalá de Guadaira.
Sí, claro que estoy en contra. En contra de derribos especulativos que están acabando con la fisonomía y la forma urbana tradicional de esta ciudad. Además no toda construcción moderna implica un avance, lo vernáculo, tanto en lo constructivo como en la forma y el contenido son una tradición heredada, un buen hacer que hemos perdido en Alcalá.
Más aun cuando la normativa municipal obligaba a que todo edificio del casco antiguo fuera blanco, ahora solo nos queda un vulgar collage multicolor en varias formas y deformaciones, muchos ellos de muy dudoso gusto y acabado.
Fíjense el propio ayuntamiento a día de hoy tiene su edificio pintado de un ocre anaranjado y los detalles en un rojizo bermellón, colores que ellos sabrán a que obedecen cuando siempre recordamos el ayuntamiento de blanco.
Si la casa se empieza por los cimientos mal ejemplo damos, salvemos Alcalá no solo trata de demostrar el poco acierto urbanístico de la ciudad, sino que ira mas, se expondrá todo aquello que no sea correcto tanto en lo urbano como en lo patrimonial como en lo ecológico e incluso lo cultural.
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